domingo, 30 de noviembre de 2008

Santiago de Liniers


Santiago de Liniers fue Virrey del Río de la Plata entre 1807 y 1809. Vivió con sus hijos en la Estancia de Alta Gracia solamente cinco meses en el año 1810.
Había recibido del rey Fernando VII, el título de Conde de Buenos Aires, distinción que le fuera otorgada por su notable desempeño en la recuperación de esa ciudad, luego de que el ejército británico tomara posesión de ella en los años 1806 y 1807. La denominación escogida para su título nobiliario recordaría para siempre el nombre de la ciudad que fue escenario de su mayor hazaña.
Nació en Niort, Francia, el 25 de julio de 1753. Su nombre completo era Jacques Antoine Marie de Liniers et Bremond. Caballero de la Orden de San Juan y Caballero de la Orden de Malta, tuvo un primer y fugaz paso por el Río de la Plata, cuando en el año 1776, bajo las órdenes de Pedro de Ceballos participa en la toma de la Colonia de Sacramento. En 1788 es enviado definitivamente a estas tierras para organizar la formación de unas cañoneras, vienen junto a él su hijo Luis y su primera mujer Juana de Menviel, pero ésta muere en 1790. Contrae enlace nuevamente en Buenos Aires con María Martina Sarratea, fallecida en 1804.
Una vez confirmado como virrey, se lo acusó de nepotismo, cohecho y peculado, y la clase alta se mostró escandalizada por su romance con la bella mauriciana de origen francés de apellido Perichon y apodada “La Perichona”.
Su gestión de gobierno se vio empañada por los acontecimientos producidos en España. Napoleón Bonaparte, había desplazado del trono al rey Fernando VII, designando a su hermano José Bonaparte. El Cabildo de Buenos Aires, dominado por el partido español, cuestionó duramente la ascendencia francesa de Liniers considerando que constituía un peligro para la estabilidad virreinal. En 1809 fue reemplazado por Baltasar Hidalgo de Cisneros, a pesar de la lealtad demostrada por Liniers, que se había negado a reconocer a Bonaparte y había jurado ser fiel a Fernando VII.
Apartado de la política, compró en febrero de 1810 la estancia de Alta Gracia, en la que se estableció hasta el 31 de julio de ese año. En la antigua residencia jesuítica encontró la tranquilidad necesaria para su agitada vida, acompañado de su numerosa familia. En carta a su amigo Vicente Echevarría, expresa: “Ya me tiene usted hecho un hombre campestre, ocupado solo del arado, del buey, del caballo, del molino, dando órdenes al albañil, al hortelano, al capataz, al peón, al domador y al carretero, con más gusto que cuando las dictara a una provincia y a un ejército…”. Sin embargo, siempre estuvo pendiente de las noticias llegadas de España y de Buenos Aires. Aunque no estaba en sus planes involucrarse en los acontecimientos políticos, no pudo sustraerse a su suerte.
La Revolución de Mayo de 1810, lo sorprendió en Alta Gracia. Instigado por el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha, se unió al grupo que pretendía oponerse a la Primera Junta. Cuando se le informó de los sucesos de Buenos Aires, comentó: “…será necesario considerar como rebeldes a los causantes de tanta inquietud. Como militar estoy pronto a cumplir con mi deber. Y me ofrezco desde ya a organizar las fuerzas necesarias.”
Y agregó: “…la conducta de los de Buenos Aires con la Madre Patria, en la que se halla debido el atroz usurpador Bonaparte, es igual a la de un hijo que viendo a su padre enfermo, pero de un mal del que probablemente se salvaría, lo asesina en la cama para heredarlo.”
Llegó a juntar alrededor de 1500 hombres. Pero su ejército fue desbandado y Liniers junto a los otros líderes de la contra revolución, fueron detenidos el 7 de agosto. El 28 de julio ya la Junta había firmado su fusilamiento, hecho que se concretó el 26 de agosto de 1810, en el “Monte de los Papagayos”, cerca de la posta de Cabeza de Tigre, lugar cercano a la localidad actual de Los Surgentes. A raíz de este hecho, sus descendientes repudiaron el título de Conde de Buenos Aires, que fue trocado, con anuencia de la monarquía española, por el de Conde de la Lealtad.
Los restos de Santiago de Liniers descansan con honores en Cádiz, España, en el Panteón de los Muertos Ilustres de San Carlos.

Casa de Liniers en Buenos Aires