sábado, 22 de noviembre de 2008

Gabriel Dubois

Gabriel Simonnet nace en París el 25 de noviembre de 1873, su niñez transcurrió en el “cartier de la bourse”, su padre era sombrerero y plumista, tanto él como su esposa eran originarios de Auvernia.
A los diez años comenzó a trabajar en el atelier de Carrier Belleuse, escultor autor del monumento a Belgrano y maestro de Augusto Rodín, de quien Simonnet fue contemporáneo. Es de esa época en que por su talento lo llamaban Dubois, que era el nombre del director de la Escuela de Bellas Artes, así fue que adoptó ese seudónimo para toda la vida.
Participó en dos salones en el Grand Palais (Sociedad de artistas franceses), en los años 1890 y 1893. Viajó a Londres donde trabajó para la realeza haciendo varias obras y en Dublín la estatua de la Patinadora en el skating. En esa época contemporanizó con personajes como el escritor Gorki y un grupo de exiliados políticos entre los que se encontraban Malatesta, Lenín y el editor Rochefort.
En 1893 viaja a Bélgica donde trabaja para la corte haciendo retratos y documentando las distintas características de las tribus africanas de las colonias belgas.
Vuelve a París, y en 1895 decide partir a Sud América, aventurero y con pocos recursos llega a Buenos Aires como polizón. Se contacta con el escultor Lucio Correa Morales y trabaja con él en distintas estatuas que realizó en esa ciudad y en especial en el cementerio de La Recoleta.
En 1905 es nombrado director de la fábrica Azaretto, donde crea las obras que la empresa coloca en las mansiones más importantes de Buenos Aires.
Su obra más destacada es quizás la araña del Congreso, pieza única por su creatividad y tamaño: lleva los bustos de próceres como San Martín, Rivadavia, Belgrano, Saavedra, entre otros; bajorelieves de las principales batallas ganadas, en el centro la República, de la cual brotan espigas de trigo cuyos extremos son lámparas. Está hecha de bronce y cristal y pende de un cable de 80 metros desde la cúpula hasta el salón azul.
Obras de Dubois son: el plafonier del teatro Colón con los artefactos que lo adornan. Las principales arañas, escaleras y chimeneas del palacio San Martín, del Círculo Naval, del Círculo Militar, de la Casa Rosada, y de muchos palacetes que en el inicio del siglo XX se construían en Buenos Aires. Es autor, también, de los candelabros del Mausoleo a San Martín en la Catedral y los bustos de los presidentes Victorino de la Plaza y Figueroa Alcorta.
Desde 1914 dedicado a la actividad privada, realiza obras de gran belleza y precisión como joyero y orfebre, trabajando el nácar y el hierro forjado. Funde él mismo sus esculturas de bronce.
En 1932 se radica en Alta Gracia con su esposa María Luisa y su hijo Emilio, apodado Tití. Es aquí donde desarrolla su actividad en cerámica. Modela en arcilla, que él mismo buscaba en las sierras y preparaba, personajes indios, criollos y universales con una maestría y calidad desconocidas para la época. Sus terracotas tienen un sello único por su mo
delado y su pátina, creada por él, que les da imitación madera.
“La Peña”, su casa taller, era visitada por turistas y familias locales como los Lozada, los Ferrer Moratel, los Guevara Lynch, y personalidades del mundo intelectual y artístico de la época.
Trabajó sus últimos años junto a su hijo Tití, incorporándose en 1945 a su vida Jeanne y Luis Hourgras, quien es el único discípulo que tuvo.
Dubois fue un artista que trabajó en piedra, madera, los metales repujados y fundidos, el nácar, oro y la plata; excelente modelador en arcilla, dibujante y pintor en óleo y acuarela.
Falleció en Alta Gracia el 26 de marzo de 1968. Su hijo Emilio donó a la Municipalidad de Alta Gracia, la casa y las obras de su padre para la fundación del futuro museo “Gabriel Dubois”.

martes, 18 de noviembre de 2008

Cristian Moreschi

Cristian Moreschi nació en Alta Gracia el 4 de octubre de 1970.
Comenzó su carrera como periodista en R.A. 1 Radio Alta Gracia y después se desempeñó en diferentes medios locales.
Abogado, actualmente es conductor y productor general del programa de televisión "En voz alta" que emite el Canal 2 de Alta Gracia los miércoles a las 22 horas, con el que ganó el premio A.COR.CA 2001 en dos rubros: mejor programa de interés general de la TV por cable de la provincia de Córdoba, y mejor conductor. A nivel nacional, la Asociación de Televisión por cable de la República Argentina lo distinguió con el A.T.V.C. 1999 como mejor programa de interés general.
Desde 1995, Cristian Moreschi es el corresponsal de Cadena 3 Argentina en Alta Gracia y el Valle de Paravachasca. En dicho medio surgió "Camino de la Historia", un espacio dentro del programa "Viva el Domingo" emitido desde el año 2005, donde cuenta anécdotas de personajes, lugares, mitos y leyendas de Alta Gracia y sus sierras. Publica una primera recopilación de esas historias con gran éxito editorial, lo que lo lleva a hacer una segunda edición en 2006. En la actualidad prepara una segunda parte de sus relatos con la idea de extender "Camino de la Historia" a toda la provincia de Córdoba.

Baldomero Fernández Moreno

Hijo de padres castellanos, Baldomero Fernández y Amelia Moreno, nació en Buenos Aires, Argentina, el 15 de noviembre de 1886. Sus primeros años transcurrieron en un ambiente de abundancia, para padecer posteriormente una gran crisis económica.
A los 6 años se traslada junto a su familia a España, donde vive una infancia placentera y próspera.
En 1897, regresa a Argentina, donde inicia el Bachillerato, que continuará en España, para volver nuevamente a Argentina, donde culmina sus estudios, graduándose de Médico, en 1912.
Sin embargo, ya había incursionado en el mundo literario, admirando a Becker, Lugones, Darío y Antonio Machado, entre otros. Esta doble vocación de médico y poeta la desarrolla en Chascomús, ciudad de la provincia de Buenos Aires, donde instala su consultorio y escribe poemas. En 1914, se muda a Catriló, pequeño paraje en medio de la pampa.
En 1915, publicó “Las iniciales del misal”, su primer libro de poesías, comenzando poco a poco a dedicarse exclusivamente a esa actividad y abandonando la de médico, la que reemplazará por cátedras de Literatura e Historia.
En 1916, surge “Intermedio provinciano” y en 1917 “Ciudad”.
Conoce a Dalmira del Carmen López Osornio, que inspiró “Por el amor y por ella” (1918), contrayendo matrimonio con su musa, el 22 de enero de 1919.
En 1920 surge “Versos de Negrita” y entre 1921 y 1922 publica dos libros de tipo acumulativo: “Nuevos poemas” y “Mil novecientos veintidós”.En 1923 aparece “El hogar en el campo”, donde expresa experiencias de su propia vida en ese ámbito.
En 1925, preside la Comisión Directiva de la Sociedad de Escritores, de reciente creación. Ese año se publica “Aldea española”, donde su evocación nostálgica de España se muestra en un etilo de formalismo poético. Esta obra lo condecora en 1926, con el Primer Premio Municipal de Poesía. De la misma época, data su libro “El hijo”.Se suceden a partir de entonces, sus creaciones en estilo de formalismo poético: “Décimas”, “Poesías” (ambas de 1928), “Sonetos” (1929), “Romances” y “Seguidillas” (ambas de 1936).
Fue padre de cinco hijos: César, Dalmira, Ariel, Manrique y Clara. A la edad de 10 años, fallece Ariel, en el año 1937. Este hecho sume al poeta en una profunda angustia. Escribe “Penumbra”, recién publicado en 1951, donde refleja sus sentimientos de tristeza y desesperación.
En 1941 reune lo mejor de sus escritos en “Antología poética”. En 1943, surgen “San José de Flores” y “La patria desconocida”.
En 1945 se convierte en abuelo, y su nieta le inspira el “Libro de Marcela”, publicado en 1951.
En 1949, aparece “Parva”, que recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en 1950.
Este escritor post modernista, de estilo sencillo, le dedicó sus versos y sus párrafos al campo, a su aldea en España, a su hijo, a su nieta, a su amor, explorando el mundo de sus propias emociones.
Falleció el 7 de julio de 1950, víctima de un derrame cerebral.
Baldomero Fernández Moreno no vivió en Alta Gracia, sin embargo su paso por esta ciudad quedó plasmado en varios poemas, uno de ellos “El Jardín de los Lozada”, describe su visita a lo que es hoy el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers:

Escalón de piedra… confusa portalada,
reloj de sol, paloma, solitario ciprés,
estamos en el viejo jardín de los Lozada,
los abuelos tuvieron Alta Gracia a sus pies

Jardín abandonado, jardín medio deshecho,
tal vez en otros tiempos erguido de azucenas,
yo sólo me he atrevido a tocar un helecho,
a caminar despacio, a respirar apenas…

lunes, 17 de noviembre de 2008

Manuel de Falla

Nacido en Cádiz, el 23 de noviembre de 1876, con Isaac Albéniz y Enrique Granados, es uno de los músicos más importantes de la primera mitad del siglo XX en España.
Su madre y su abuelo lo introducen en las primeras nociones de la música a temprana edad, pero es recién en 1893 en que, asistiendo a un concierto, siente, según sus propias palabras, “su vocación definitiva es la música”. En 1896, comienza a viajar a Madrid perfeccionándose en el estudio de piano, logrando en 1899 un primer premio como intérprete del instrumento. Por esta época es cuando empieza a usar el “de” en su apellido, con el que será conocido. En 1901 conoce a Felipe Pedrell, quien tendrá influencia en su posterior carrera: despertará en él el interés por el flamenco, y en especial, por el cante jondo. Los años de estudio en la capital española culminaron con la composición de la ópera “La vida breve”, ganadora de un primer premio en un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, composición por la que Falla tuvo que esperar ocho años para darla a conocer en Niza.
Afincado en París desde 1907, entró en relación con Claude Debussy, Maurice Ravel, Dukas y Albéniz. Allí también conoció y trabó amistad con Pablo Picasso.
La madurez creativa de Falla empieza con su regreso a España, en el año 1914. Es el momento en que compone sus obras más celebres y alabadas: “El amor brujo”, “El sombrero de tres picos” y “El retablo de maese Pedro”.
En 1919 se trasladó a Granada donde se rodea de un grupo de amigos entre los que se encontraba Federico García Lorca, a quien intentó por todos salvar del fusilamiento a manos del ejército nacionalista.
Los últimos veinte años de su vida, Manuel de Falla los pasó trabajando en la que consideraba había de ser la obra de su vida: la cantata escénica “La Atlántida”, sobre un poema en lengua catalana “Jacint Verdaguer”, en el cual veía reflejadas todas sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas, pero quedó inconclusa y solo fue terminada, tras su muerte, por su discípulo Ernesto Halffter.


El 28 de septiembre de 1939, después de la guerra civil española, se exilió en Argentina, a pesar de los intentos del gobierno del general Francisco Franco, que le ofrece una pensión si regresa a España. Ubicado primero en Carlos Paz, es en Alta Gracia, en su chalet “Los Espinillos”, donde termina sus días, al cuidado de su hermana, ya que siempre estaba enfermo, el 14 de noviembre de 1946. Con autorización expresa del Papa Pío XII, sus restos fueron enterrados en la Cripta de la Catedral de Cádiz, donde se encuentran actualmente.