martes, 25 de noviembre de 2008

Noemí Lozada de Solla

Nació el 28 de febrero de 1921, falleció el 21 de enero de 2009. Creció en la que había sido la antigua Residencia de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia. Fue su bisabuelo, Telésforo Lozada, quien hereda la Estancia de parte de Manuel Solares, y el encargado de donar las tierras a “pobres de notoria honradez” para la formación de la villa que es hoy la ciudad de Alta Gracia.
Fue ella quien, consciente del valor patrimonial de la casa de sus mayores, impulsó su declaratoria como Monumento Histórico Nacional en el año 1941 y promovió su expropiación en 1968.
Desde 1972 a 1977, cuando se inauguró oficialmente el museo bajo su dirección, se realizó una investigación documental y arqueológica que dio como resultado la restauración de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia con una metodología que no era común en esa época y que sigue citándose como ejemplar por especialistas actuales.
Fue la primera directora mujer de un museo en la Argentina. Organizó una casa histórica-museo, convencida de que los museos son instrumentos de comunicación de altísima potencia, cumplen funciones educativas, custodian el patrimonio cultural, investigan y crean conocimiento, lo que los carga de una inusual responsabilidad y les exige un nivel ético y un desempeño profesional excepcional.
Cuando Noemí Lozada de Solla comenzó a poner en valor la Estancia Jesuítica de Alta Gracia, la importancia que tuvieron los Jesuitas para el desarrollo sociocultural de Hispanoamérica, no tenía la valoración social que hoy tiene. Por eso y en gratitud a su defensa de los valores espirituales que son el verdadero sustento de ese patrimonio, el Prepósito General de la Compañía de Jesús le otorgó en el año 1999 la Carta de Hermandad.
Recibió una distinción que solo se otorga a mujeres destacadas en nuestro país, el Premio Alicia Moreau de Justo “A una actitud de vida”. Recibe también, el Premio al “Museo más activo del país”, el Premio “Bamba” a los pioneros de Alta Gracia, Premio “Orden del Comechingón”, otorgado por el Rotary Club, por su tesonera labor preservando la historia de Alta Gracia, entre muchos otros. En el año 1997 es declarada Ciudadana Ilustre de Alta Gracia, por la notable labor desempeñada en pos de la conservación y rescate del Patrimonio Histórico de la ciudad.
Lideró un grupo humano, la Comisión del Proyecto, que generó la idea y gestionó la inclusión del legado jesuítico cordobés en la lista del Patrimonio de la Humanidad, sueño concretado en diciembre de 2000. La declaratoria de la Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba como patrimonio cultural de la humanidad fue gracias al empeño, dedicación e inteligencia de esta mujer visionaria, que supo vislumbrar, antes que muchos otros, que la inclusión en la lista de la UNESCO, más que una distinción, era una oportunidad de crecimiento armónico a partir de una realidad compartida; y, más que considerarse heredera de los bienes tangibles que su familia le dejó, siempre se sintió heredera de un proyecto, de una gesta que dejó su marca indeleble en toda la historia iberoamericana.
Noemí Lozada de Solla, una mujer que esperó que su sueño sea entendido “no solo como el acceso a los bienes y servicios sino como la oportunidad de elegir un modo de vida pleno, satisfactorio, valioso y valorado, en el que pueda florecer la existencia humana en todas sus formas e integridad”, tal como lo pensaron los jesuitas hace más de 400 años.